Etapas evolutivas y planos de
movimiento
Algo que Freud se olvidó de decir
Jader Tolja – F.Speciani
Encontramos descripciones de las etapas evolutivas, con
nombres o simbologías diferentes, en varios sistemas que describen fases de
crecimiento, desde la alquimia al misticismo, desde la psicología transpersonal
al psicoanálisis freudiano. Freud, por ejemplo, que ha analizado las diferentes
etapas del crecimiento, las ha conectado, dentro de ciertos límites, al plano
físico (no es casualidad que las haya llamado fase oral, anal, fálica y
genital). Tal vez porque los tiempos no estaban maduros no llegó a investigar
de qué modo las diferentes etapas psicológicas se reflejan también en la
organización de los movimientos de un individuo.
La etapa de
pertenencia se caracteriza por la capacidad de entregarse, de apoyarse. Así
como el recién nacido sabe aflojar su peso, estar acostado, entregarse a los
brazos de la madre y que lo alimenten, convirtiéndose en una unidad con el
cuerpo que lo sostiene, en el adulto encontramos una modalidad similar, en la
capacidad de entregarse, en la gracia de quien sabe aprovechar la gravedad para
dejarse sostener por la tierra, incluso cuando está de pie. Precisamente debido
a esta peculiar capacidad de apoyo siempre nos sentimos fascinados por los
niños o los gatos, que se entregan completamente cuando están en brazos de
alguien.
Esta cualidad permanece más claramente en algunas
poblaciones que en otras. Se trata de una clase de apoyo que permite una
sensación de seguridad y de recuperación impagables y que es indispensable para
la etapa siguiente, que está impregnada por el acto de empujar y de rechazar.
En términos de movimiento, la etapa de pertenencia está caracterizada por una
peculiar libertad sobre el plano horizontal, o de los movimientos de rotación, los
primeros que se ven en el recién nacido, que gira la cabeza buscando el seno
materno.